
Brujas, cabras y escobas
La bruja tiene uno de los registros históricos más interesantes de las que podamos ser testigos. Envuelta en distintos ambientes, con cabras, con escobas o sin ellas, está rodeada de los hechos más increíbles, perversos y a la vez fascinantes.
La historia oficial está allí y podemos estudiarla. Sin embargo, la sabiduría ancestral también tiene su propia historia y las brujas cargan con una larga tradición, que se ha transformado a través del tiempo, y ha perdurado hasta nuestros días, como una forma más de abordar enfermedades, conflictos y los grandes vacíos existenciales de la humanidad.
Brujas y hechiceras en el mundo clásico
El mundo clásico nos ofrece una imagen de la hechicera que puede hacer el bien o el mal, según sus intenciones. Se considera a Hécate como la primera bruja, la creadora de la magia y los hechizos. Es una diosa que pertenece al reino de las sombras junto a Perséfone que preside los infiernos junto a Hades.
Luego, en el poema dramático La Odisea está Circe, cuyo poder era convertir a los viajeros en cerdos, usando una varita mágica. Su hija, Medea, ese personaje terrible de la tragedia griega que tiene por título su nombre, envenena a la amante del padre de sus hijos con una pócima preparada por ella misma.
La tradición grecorromana también representa de manera positiva a las brujas encarnadas en las Sibilas, profetizas importantes que hacen grandes predicciones, como la de Herófila acerca de la Guerra de Troya. Las profecías eran parte importante de las mejores historias de ese período, determinaban las decisiones de los héroes y podían desatar trágicos destinos. Las profecías de estas brujas eran esenciales para resolver grandes conflictos de los dioses y los humanos.
De igual forma, para ese entonces las brujas tenían grandes poderes de sanación. Simplemente, eran mujeres que conocían las hierbas y sus cualidades medicinales. Tenían también una conexión intensa con la naturaleza y sabían cómo integrarla en el cuidado de la salud. Sus preparaciones podían aliviar gran variedad de dolencias. La mayoría de la población acudían a estas mujeres para tratar enfermedades, aunque la nobleza lo dejó de hacer.
Al brujo algunos lo asocian con el vidente o con el clarividente, otros lo asocian con el chamán (quien es un especialista de la comunicación con las potencias de la naturaleza y con los difuntos), mientras que otros lo asocian con un brujo de tribu más orientado a la curación de enfermos del cuerpo y del alma, etc.
Fuente: Wikipedia
La situación comienza a cambiar realmente en la era cristiana. Es en esta época donde se sataniza a las brujas y se les da un tinte hasta demoníaco. Con la entrada de la Edad Media, comienza un período oscuro no solo para estas mujeres hechiceras, sino para todas en general.
La retorcida Edad Media y el perverso Renacimiento
Al entrar el cristianismo como religión imperante en occidente, se dio una fuerte confrontación entre las prácticas de hechicería y los valores cristianos de la época. Todo lo que no profesara al cristianismo o que fuera en dirección opuesta de sus postulados era condenado a muerte. Comenzó entonces, una etapa muy oscura de la historia de la humanidad, donde se levantó la inquisición como la mejor arma de defensa cristiana.
La brujería se convirtió en el centro de ataque y debía erradicarse a como diera lugar. Para justificar la barbarie de las más cruentas torturas y condenas a muerte, se asoció la imagen de la bruja con la maldad, el pecado y lo demoníaco. Así se representó también en el arte. Los pintores más destacados, entre el siglo XIV y XIV, reflejaban en sus obras las imágenes más grotescas de brujas en contextos perversos y retorcidos.
Una de las obras más emblemáticas fue el grabado de Alberto Durero titulado “La bruja montando una cabra” del año 1500. Allí se muestra una bruja anciana desnuda montando una cabra al revés con un palo de escoba en el centro de su cuerpo. Esa escoba le da un matiz sexual curioso.
La escoba y la cabra al acecho
Durante este período donde se perseguía, torturaba y mataba a miles de mujeres por cualquier razón, se creó todo un imaginario alrededor de la brujería. La mujer se hizo blanco de ataque y cualquier conducta se consideraba sospechosa.
Las torturas terribles que se aplicaban provocaban “confesiones” de increíble procacidad. Las brujas sabían mucho de hierbas, algunas de ellas ocasionaban alucinaciones que, supuestamente, les daban la sensación de estar volando. Pero los efectos secundarios de los opiáceos que ingerían podían evitarse con la preparación de ungüentos. Estos se los colocaban en la vagina y con la escoba se frotaban y esto también las hacía alucinar, teniendo la sensación de que volaban por los cielos. Es importante aclarar que para la época “volar” era un coloquialismo para decir orgasmo.
Se comenzó, entonces, a asociar a la mujer en general con el pecado de la lujuria. Todo pecado se relacionaba con el demonio y se representaba a las brujas en aquelarres liderados por cabras. La cabra es la representación del diablo por excelencia, por lo que no es de extrañar que tuviera una fuerte presencia en las obras.
Según los especialistas en Historia, el número de condenados por la Inquisición y por la Reforma se estima entre 50.000 y 100.000.
En esta época se asociaba lo femenino con lo perverso y como el instrumento del mal para manifestarse en la vida cotidiana.
La femme fatale
Para el siglo XVIII y XIX la imagen de la bruja se vio transformada por la de mujer hermosa, pero peligrosa. La seductora maligna que atrapa a sus víctimas para convertir sus vidas en pesadilla. Esta representación ambigua se mantiene hasta hoy. Incluso, existen representaciones de esta clase de brujas en el cine. Son malas, pero bellas, adictas al sexo y donde por lo general hacen rituales en aquelarres donde se entregan al demonio.
Muchos hombres serían embrujados por estas mujeres despiadadas en el imaginario colectivo. Había que cuidarse de ellas y asegurarse de no caer en sus hechizos.
Las brujas de hoy y siempre
Más allá de lo que diga la historia, el arte y cualquier registro acerca de las brujas, la verdad es que ellas siempre se han dedicado a la sanación, a brindar satisfacción y respuestas a las grandes inquietudes de quienes acuden a ellas.
Siempre ha existido la magia negra, brujas y hechiceros han elegido ese camino, sin embargo, eso no anula los beneficios que también trae la brujería, la magia blanca y otros tipos de magia que existen. Llámense curanderas, magas, hechiceras o brujas todas tienen un objetivo en común: derribar los obstáculos que le impiden a una persona vivir en plenitud, con prosperidad, salud y amor.
Expertas en rituales, conjuros, hechizos, cartomancia y otras artes esotéricas, las brujas se encargan de ayudar a atraer la buena fortuna y a complacer los anhelos más profundos de quienes acuden a ellas.
