
Los pactos con cadáveres de la antigua Roma


La cultura Romana estuvo repleta de prácticas relacionadas a la magia oscura. Los nigromantes y brujos solían consumir los cadáveres profanados de las tumbas, para hacer pactos y obtener energía de sus almas.
Los rituales de muerte han acompañado a la humanidad desde la antigüedad, la curiosidad por saber qué viene después de la muerte, qué clase de misterios y nuevos poderes se esconden detrás del velo de lo infinito, conllevó a la práctica de la necromancia. Esto, con el objetivo de obtener fuerzas de los espíritus del más allá y ser capaz de controlarlas en esta vida.
En el Imperio Romano solían hacer rituales, para pasar de la condición de seres humanos a seres divinos después de morir. Se necesitaba ayuda de los vivos para hacer el proceso de trascendencia y poder llegar al otro lado, lo que mantenía una unión permanente entre los dos mundos. Todo esto daba fuerza a la creencia de que los muertos tenían a la vez cierto poder entre los vivos, aumentando la urgencia por controlar esos poderes sobrenaturales.
La necromancia y su poder
La necromancia y la brujería fueron consideradas prácticas ilegales por el Estado Romano. Si bien al principio podían verse como parte del terreno religioso, terminaron por convertirse en algo oscuro, capaz no sólo de darle poder y ventajas personales a quién las practicaba, sino de causar daño a otras personas y por lo tanto al mismo Estado Romano.
Al buscar mantener una comunicación constante con el mundo del más allá, los nigromantes pretendían obtener información de provecho a través de los difuntos. Secretos que al estar con vida nunca se atrevieron a relevar y que podían ser usados para chantajear, y obtener control sobre ciertas personas que ocupaban lugares de poder dentro del Imperio.
Al creer que la dimensión que sigue después de esta vida, contenía información que iba más allá del tiempo, también intentaban conseguir datos sobre el futuro preguntando directamente al cadáver. Es por eso que la profanación de tumbas, era una práctica común en la antigua Roma.
La necromancia consiste en el arte de la adivinación utilizando el cuerpo completo o partes del difunto. Se busca traerlo de nuevo a la vida al invocar su alma y obtener el control total de sus acciones, usándolo como arma o como parte de un ejército del más allá al servicio del nigromante.
A pesar de las duras penalizaciones establecidas por el Estado Romano y la iglesia cristiana en contra de cualquier acto relacionado a la necromancia, catalogados como blasfemia, herejía, insulto y un ataque hacia todo lo bueno que representaba Dios, las practicas no frenaron en la antigua Roma y eran realizadas bajo la mayor clandestinidad posible.
La magia dentro del Imperio
Existían dentro del Imperio Romano otros tipos de magia, aunque no tenían el mismo objetivo, de igual forma eran condenadas por el Estado. Aun así, se hicieron frecuentes las prácticas de rituales dentro del hogar, buscando protección en contra de la magia oscura, para atraer la buena suerte y abundancia en la familia.
Mientras la necromancia seguía tomando fuerza, ya no sólo era practicada por mujeres, sino que también poco a poco comenzaron a participarla hombres. Estos desarrollaron la creación de ungüentos, amuletos, talismanes y pociones a base de los cadáveres que profanaban, además de las otras prácticas comunes dentro de la magia oscura.
Saqueadores de Cadáveres
La profanación de tumbas fue por consiguiente, el primer paso dentro de los rituales nigrománticos. Los cadáveres con prioridad eran los recién enterrados para usar sus entrañas en pociones, las personas con muertes en circunstancias muy dolorosas cuyas almas no encontrarían descanso permaneciendo en este plano y facilitando la comunicación, y los niños que poseían un espíritu puro para aumentar el poder de los hechizos.
Bajo las estrictas leyes romanas, los cadáveres debían ser sepultados rindiéndoles honras y respeto. Cualquier persona que profanara una tumba, acabaría siendo penalizada con la muerte por crucifixión.
Las brujas y hechiceros solían residir cerca de los cementerios. Esto con el fin de tener un acceso más furtivo a los cadáveres y seguir con sus prácticas ilegales de forma clandestina, viviendo excluidos de la sociedad romana, sin pertenecer a ningún grupo social.
Las Brujas
Dentro de los hechizos realizados a través de la necromancia, los de amor eran unos de los más solicitados. Se decía que las brujas eran capaces de buscar la muerte de los niños, para utilizar luego su cadáver puro y efectuar hechizos de amor con gran efectividad.
Aunque tuvieron diversos fines, las prácticas de los nigromantes dentro del ámbito romántico, fueron quizás las más desaprobadas por ir en contra de lo que representa la naturaleza del amor. Ya que se sacrificaban la vida de inocentes en el proceso.
Brujas y hechiceros fueron parte importante de la cultura romana, permaneciendo siempre en la clandestinidad de la noche. La necromancia, la adivinación del futuro, el control de los muertos, pócimas, ingestión de cadáveres y comunicación con el más allá, formaron parte del conglomerado de rituales imparables en búsqueda del poder sobrenatural dentro del Imperio Romano.
