
Descubre en qué consiste el peculiar efecto Roseto
Roseto es un pequeño pueblo de unos 2000 habitantes, ubicado en el estado de Pensilvania, en Estados Unidos. Su particularidad es que fue fundado en su totalidad por inmigrantes italianos que provenían de una localidad italiana llamada Roseto Valfortore a los pies de los montes apeninos.
En este pueblo en Pensilvania se dio lo que se denomina como “Efecto Roseto”. Este consiste básicamente en la bajísima tasa de enfermedades cardiovasculares que tiene la población, en comparación con otras ciudades o pueblos similares que tienen los mismos hábitos alimenticios y saludables, que no es ninguno en particular.
En los años 50 y 60 los habitantes de Roseto solían ser muy longevos, a pesar de que no comían alimentos especialmente saludables, no tenían ninguna ley que les prohibiera fumar y tampoco tenían un régimen de ejercicios diferentes a los del resto del mundo. Entonces ¿A qué se debía su excelente estado de salud?
Los secretos de Roseto, Pensilvania
En el siglo XX, Roseto era un pueblo estadounidense como cualquier otro que contaba con un médico general que se dio cuenta de un hecho particular que ocurría en su comunidad. Y es que casi no veía casos de enfermedades cardiovasculares, cuando en esa época, estas eran una de las primeras causas de muerte en Estados Unidos.
Este fenómeno llegó a oídos del doctor Steward Wolf, uno de los pioneros de la medicina psicosomática, quien comenzó a investigar a los rosetianos.
En primer lugar, Wolf estudió los hábitos alimenticios de la población. Quizás su salud se debía a una dieta mediterránea, pero se dio cuenta de que ya habían adoptado hacía tiempo las costumbres alimenticias de los estadounidenses promedio, alta en grasas, azúcar y proteínas.
Por otro lado, Wolf descubrió que una buena parte de la población también fumaba regularmente, y la ingesta de alcohol no era nada baja, algo que debería perjudicar la salud del pueblo, pero esto no era así.
Después, el doctor comenzó a estudiar la genética de los rosetianos, pero también lo descartó al encontrarse rosetianos que no residían en el pueblo, y que sí presentaban enfermedades cardiovasculares.
En otra etapa de su investigación, Wolf analizó la zona geográfica. Pero la realidad es que no tenía nada distinto a otras zonas con características similares y que tenían las mismas tasas de incidencia que el resto del país.
Con el tiempo, el doctor Wolf se asoció con el sociólogo John Bruhn quien fue clave para descubrir finalmente el secreto mejor guardado de Roseto: una comunidad muy colaborativa e integrada.
Las familias eran muy numerosas y era común que en las casas convivieran tres generaciones.
En Roseto tenían muy internalizada la cultura de ayudar y colaborar con los demás, allí los más afortunados ayudaban siempre a los más desfavorecidos.
Además, las familias eran muy numerosas, era común que en las casas convivieran tres generaciones y era una costumbre que todo el pueblo se reuniera los domingos en la iglesia para celebrar juntos la misa.
El sentido de comunidad para una comunidad extranjera dentro de un país individualista los hizo diferentes, más relajados y confiados. Lo que tuvo repercusiones positivas en su salud durante mucho tiempo.
Salud y relaciones sociales
Existen evidencias científicas que afirman que las relaciones sociales están estrechamente relacionadas con la salud, especialmente la salud mental que repercute en la salud física, los estilos de vida y el riesgo de mortalidad.
Un ejemplo concreto es un estudio que explica que las personas que sufrieron un infarto al miocardio y tenían fuertes conexiones sociales sobrevivían más que las que no tenían vínculos tan cercanos.
Nuestro cuerpo se ve afectado por las relaciones que tenemos con aquellas personas más cercanas a nosotros. Los humanos somo seres sociales, cuando estamos bien emocional y espiritual y físicamente, mostramos nuestra mejor versión. Y a largo plazo este bienestar emocional y social impacta la salud igual que los hábitos saludables.
Cuando estamos incómodos con lo que hacemos o con nuestro entorno, nos estresamos y sentimos que nuestro cuerpo lo manifiesta de forma negativa y lo que conlleva a la aparición de enfermedades.
¿Ya no existe el efecto Roseto?
En los años 90, el American Journal of Public Health publicó un nuevo estudio sobre Roseto, que arrojó muy tristes noticias. El análisis científico certificó que los rosetianos ya tenían las mismas tasas de enfermedades cardiovasculares que el resto de las poblaciones vecinas.
Esto lo atribuyeron al desarrollo típico de las sociedades, en las que la estructura social se convirtió al modelo individualista característico de la sociedad americana.
Con el paso de los años, las familias de Roseto se hicieron más pequeñas y se empezaron a construir vallas para separar las casas. Con estos cambios llegaron el estrés y los ataques al corazón, que dieron por finalizado el Efecto Roseto.
Sin embargo, hay quienes afirman que las tasas de mortalidad por enfermedades del corazón aún siguen siendo bajas con respecto a pueblos vecinos.
Sea como sea, este caso nos deja una enseñanza muy valiosa y es que cultivar relaciones humanas estables basadas en la generosidad, humildad y confianza, tiene beneficios para la salud, ayudando a vivir a plenitud.
