
María Lionza, una diosa protectora
María Lionza, también conocida como María de la Onza, Yara o Guaichía, es una deidad femenina mítica y originaria del folclore venezolano.
Popularmente es representada como una diosa o reina, y es la figura central del llamado Espiritismo Marialioncero. En este culto se mezclan ritos y creencias católicas, indígenas y africanas; y ha adquirido también elementos de la religión yoruba, así como elementos místicos y teológicos de otras culturas.
María Lionza y su culto se originaron en el estado Yaracuy, específicamente en las sierras de la montaña de Sorte pertenecientes al macizo de Nirgua, ubicado en la región de Chivacoa. A principios del siglo pasado, el culto se centraba en esta región y su devoción estaba dirigida a los antepasados, principalmente a caciques indígenas y a personajes heroicos de la independencia venezolana.
Orígenes de la diosa María Lionza
No existen documentos históricos que indiquen el origen de esta diosa, o si existió la mujer a la que se le rinde culto actualmente. Pero sí existen diversas teorías sobre el origen de la leyenda de María Lionza, las cuales están basadas en la tradición oral de Venezuela.
Aunque son diversas las teorías, todas coinciden en describir a María Lionza como una mujer sobrehumana que vive tranquilamente en la espesura del bosque, en las aguas, en las grutas encantadas, entre animales salvajes y rodeada de espíritus que la obedecen.
Leyenda de Maria Lionza
Maria de la Onza o Yara, era una doncella de la tribu Nívar, hija de un poderoso cacique de Nirgua.
Cuenta la leyenda que el Chamán de la aldea había profetizado que cuando una niña de ojos extraños (ojos color verde agua) naciera, se debía sacrificar y ofrecerla como tributo al Dueño del Agua, al Gran Anaconda. De no hacerlo, la ruina perpetua y la extinción de los Nívar llegaría.
Llegado el momento, el padre fue incapaz de sacrificar a la niña, y decidió esconderla en una cueva ubicada en la montaña, custodiada por 22 guerreros que impedían que la doncella saliera de su escondite. Ella tenía prohibido ver su reflejo en el agua; pero un día una fuerza misteriosa durmió a los guardianes y la hermosa joven salió de la cueva y caminó hasta el lago, descubriendo el reflejo de su rostro en el agua.
Ella estaba encantada con lo que veía, y de esa manera despertó al Dueño del Agua - el Gran Anaconda, quien surgió de las profundidades, enamorándose de la joven y atrayéndola hacia si. En el lago la bella Maria Lionza y la poderosa serpiente celebraron una comunión espiritual y mística.
Cuando el padre de la joven descubrió la unión, trató de separarlos. Entonces la Anaconda creció, se convirtió en un enorme animal y estalló, causando una gran inundación que devastó la aldea y a su gente. Desde ese momento Maria Lionza se convirtió en la Diosa protectora y dueña de los lagos, lagunas, ríos y cascadas, madre protectora de la naturaleza, de los animales silvestres y reina del amor.
Aunque se cree que el origen de la diosa María Lionza es indígena, generalmente se le representa con la imagen de una mujer blanca, quién lleva una corona de oro en la cabeza, una rosa, y un banderín en su mano derecha. El banderín muestra la misión de la diosa: “Protectora de las aguas, Diosa de las cosechas”.
Culto a la diosa Maria Lionza
El culto de origen yaracuyano, se ha extendido por toda Venezuela y a otros países de Latino América y del Caribe, tales como Colombia, Puerto Rico y República Dominicana, desde el año 1900.
La montaña de Sorte es en la actualidad un sitio de peregrinación constante de los creyentes del culto marialioncero. Los fieles de la reina María Lionza buscan solucionar sus problemas tanto espirituales como materiales. Los que visitan a la diosa de Sorte, le llevan cartas con peticiones, coronas y flores.
El culto a la diosa Yara, es una mezcla de culturas donde negros, indios y españoles se unen. La reina Maria Lionza es el epicentro de la máxima trilogía dentro de las cortes espirituales en Venezuela. Esta trilogía se encuentra conformada por la diosa Maria Lionza, el Cacique Guaicapuro (cacique de la tribu Caracas y otras tribus que enfrentaron firmemente a los españoles) y el Negro Felipe (guerrero de la independencia de Venezuela). Esta trilogía también es conocida como las tres potencias, y es la base de un conjunto de deidades y espíritus agrupados en “cortes”.
Cortes Espirituales
Las principales cortes de la reina Maria Lionza son:
- La Corte Celestial: conformada por santos católicos.
- La Corte Indígena Venezolana: conformada por caciques, cacicas, indias e indios, y regida por el Cacique Guaicaipuro.
- La Corte Negra: integrada por negros esclavos, brujas y brujos de color, como el Negro Felipe y la Negra Matea Bolívar (Nodriza del Libertador Simón Bolívar).
- La Corte Libertadora: conformada por aquellos que lucharon contra la corona española encabezados por Simón Bolívar, Francisco de Miranda, el Mariscal Antonio José de Sucre, José Antonio Páez, Simón Rodríguez, y el Negro Primero "Pedro Camejo" entre otros.
- La Corte Calé o Malandra: liderizada por el malandro Ismael y compuesta por La chama Isabel, Jhonny, El Ratón, Tomasito, Miguelito, Luisito, El Chamo Gabriel, Pez Gordo, el perro Frank, entre otros.
- La Corte de los Juanes llamada por algunos corte de los Don Juanes: integrada por diversos personajes del folclore venezolano: Don Juan de los Caminos, Don Juan de los Tabacos, Don Juan de los Pensamientos, Don Juan de los Suspiros, Don Juan del Amor, Don Juan de los 4 Vientos, Don Juan del Chaparro, Don Juan De la Calle, Don Juan de la Aguas, Don Juan del Dinero, Don Juan del Progreso, Don Juan de los Tesoros, Don Juan del Yaracuy, Don Juan de la Luz, Don Juan del Trabajo, Don Juan de los Negocios, Don Juan del Borracho, Don Juan de la lotería, Don Juan de las Sombreros, entre otros.
- La Corte Médica: compuesta por doctores(as) y enfermeros. encabezada por el Dr. José Gregorio Hernández, el Dr. José María Vargas, Luis Razzetti, Dra. Tamara Kayruzan, el Dr. Pediatra Vladimir Mendoza, entre otros.
- La Corte Chamarrera: encabezada por Nicanor Ochoa Pinto Morillo el brujo que cura y mata las 24.
- La corte de las ánimas: compuesta por las ánimas milagrosas de la cultura popular venezolana.
Otras de las cortes espirituales son: la Corte de las Reinas, la Corte Egipcia, la Corte Bruja, la Corte de los Encantos, entre otras.
Experiencia real de un ritual con la corte de Maria Lionza
En una casa humilde se encuentra un altar presidido por María Lionza, el Negro Felipe y el Indio Guaicaipuro. También se encuentra Simón Bolívar, entre otras figuras.
Antes de ingresar para presenciar el ritual, la reportera debió esperar mientras iniciaban a un joven como “materia”. “Materia” son aquellas personas que reciben espíritus en sus cuerpos.
Relato del ritual
Frente al altar, comenzaron los rezos, le bañaban en cocuy (bebida con alto grado de alcohol) y un coro gritaba “Fuerza…Fuerza”, el hombre comenzaba a respirar profundo y a contorsionar sus brazos, empezó a encorvarse frente a los velones.
Estaba recibiendo a un espíritu mucho más grande que él, el de un Cacique. Se ahogaba, y sus exhalaciones eran fuertes, parecidas a las de un animal. Tres jóvenes tocaban tambores rindiéndole tributo al que llegaba, mientras más rápido era el sonido, más se sentía la presencia del ente.
No pudo, lo devuelven a un estado de conciencia con el mismo rezo con que comenzaron el ritual. Está exhausto y desorientado. Los espiritistas dirían que ya está casi a punto de recibirlo por completo, pero que esta vez alcanzó a darle entrada hasta su cuello.
“Cuando se escuche la voz del espíritu, entonces estará listo”, dice el de mayor experiencia.
El mismo hombre que ha dado la sentencia, ha venido del municipio santa Rita, es el encargado de encabezar la noche. No tiene más de 35 años, pero llevas dos décadas con sus facultades desarrolladas para ser materia.
Entro al cuarto, me dan la bienvenida, y me dicen que no tema.
“En esta casa se bendice y se hace todo por el bien”
El líder del culto se posa frente al altar, con una mano en alto empieza sus rezos, invoca a María Lionza, aceptada como la reina de Venezuela, le pide permiso para que lleguen “hermanos” a su cuerpo y para que también le protejan. Las palabras son muy rápidas. Otro hombre le asiste a sus espaldas, pero sin tocarlo en ningún momento.
Esta vez no hay tambores, este hombre no necesita coro, está preparado.
Un silencio se extiende y comienza a pararse de puntillas, pisa fuerte el piso de arena y respira como animal. Abre sus ojos y ya no es él. La voz ha cambiado por completo, es fina, muy fina, y habla en una lengua extraña.
“ya le entró Macumba”, me dice uno de los ayudantes. El espíritu, según cuentan, es de un medico africano milenario de antes de Cristo, capaz de curar cualquier mal.
El espíritu sigue hablando y logro entender algunas palabras. Pide que le den cocuy en una copa. Toma una cinta de hilos de colores, la moja completa en licor y la ensartar en una aguja capotera, de las más gruesas. Sin esperar se atraviesa por completo la mejilla izquierda, la cinta empapada en cocuy queda dentro de su boca, de allí chupa el aguardiente. De su garganta emanaba un ruido parecido al de un gallo. De inmediato, pregunta por un hombre mayor que ha tratado durante los últimos cuatro meses. El paciente tiene cáncer, diagnosticado por los médicos como “inoperable”. Su rostro, hace semanas, estaba casi desfigurado, había perdido el sentido del oído y el habla, la tumoración estaba en medio de su cara. La recuperación había sido exitosa. Días atrás, Macumba le había operado e indicado tratamiento a base de plantas medicinales en la misma habitación. Esa noche lo reconocería nuevamente.
Se sentó frente a él, pidió una vela. Y comenzó el tratamiento. Acercaba la llama al rostro del paciente, y hacia una especie de pases con su mano izquierda, como si cortara y extrajera algo de dentro.
Macumba le dice al hombre que solo le queda algo muy pequeño de la tumoración en su cabeza. Le recuerda que la próxima semana lo intervendrá de nuevo. Sigue hablándole con su voz aguda, ha pasado tiempo, ya casi ni recuerdo el verdadero tono de voz del hombre dueño del cuerpo. Macumba sigue con la mejilla atravesada por la aguja, mira a su alrededor y se despide. Saca la capotera de su cara sin derramar si quiera una gota de sangre.
Se para frente al altar y comienza a despedirse de María Lionza y las otras potencias. Todos lo ven, respira profundo otra vez.
Aun no regresaría a ese cuerpo el espiritista de Santa Rita; estaba impresionada, quería saber que venía.
Dos espíritus hablan
En pocos minutos el hombre que había servido de materia a Macumba, recibía ahora el espíritu de un anciano, comenzó a encorvarse frente al altar, un ayudante le paso un bastón rudimentario, y coloco en su cabeza un sombrero marrón. El hombre caminaba con dolor, se presionaba la cadera mientras buscaba un taburete. Al sentarse apoyo ambas manos en la cabeza del bastón y se dejó caer con una lentitud de octogenario sobre el asiento.
“buena santa noche”, dijo, con un tono propio del llano.
El espíritu de Don Juan de los Tabacos hacía presencia. Su voz había vuelto a modificarse, ahora hasta su boca semejaba a la de un anciano. “Carajo, y cómo está toa esta gente”, decía en un saludo. Sus formas eran propias de un hombre viejo. Pidió café y chimó. El café solo lo tomaba en totuma, hecha de taparas. Hablaba de dialéctica del Universo, de las almas y los espíritus, se autocalificaba como un hombre de mensaje.
Hizo silencio, miró al altar, y ya en frente de este, estaba otro de los jóvenes materia recibiendo otro espíritu. El modo fue el mismo, un sombrero magullado y un bastón rudimentario, era otro anciano que llegaba. La voz del joven también cambió. Se sentó con la misma calma, como si le doliera la espalda. A éste igual le acercaron su tapara con café y su pedazo de chimó. Ambos se miraron y el saludo fue inmediato, cada uno desde su silla. “Ah compae, cómo me va”, decía el espíritu de Don Juan de los Tabacos, mientras que el recién llegado, un anciano yaracuyano y campesino le respondía: “muy bien compae, aquí tomando este cafecito. ¿Cómo está a sabana?”. Fue impresionante, ambos se reconocían, hombres que habían muerto hace más de 100 años atrás, se sentaban frente a mí.
Me siento junto a ellos y están dispuestos a conversar conmigo. Ambos comienzan a hablar sobre el ritual que estoy presenciando, y ratifican con frases coloquiales que hacen el bien. “Nuestro señor nos da luz pa ofrecé mensajes”, dice Don Juan. Uno me pide que le tome del brazo, para que me dé cuenta que no mienten. “Mi espíritu está en este cajón ahorita, pero el dueño de este cuerpo está vigilado por sus guías que lo cuidan. Yo morí hace muchos años, y si me toca se dará cuenta”.
El cuerpo del espiritista de Santa Rita estaba helado, vi de cerca su mejilla, la misma que había perforado con la aguja minutos atrás, cuando recibió a Macumba, y no tenía marcas. Escupía el chimó y una línea marrón corría por su barbilla. Tomó su sombrero, pidió más café y puso la totuma dentro del sombrero. Murmuró un rezo, mientras hacía cruces con su mano derecha, el humo salía.
Solo entendí el final. “Que vaya siempre por el camino de luz”. Sacó el café y me lo entregó en las manos. “Tómeselo”, dijo. Yo, nerviosa, pregunto ¿Qué me lo tome?, “sí, eso es pa’ que esté sana por dentro, y que su cuerpo no reciba lo malo”. Lo tomé, estaba caliente, pero dulce.
Los dos se despidieron con la parsimonia del anciano. “Buena santa noche, por ahí venimos pronto otra vez”. Se plantaron frente al altar y pidieron a María Lionza el retiro. La respiración de los dos hombres se hacía fuerte, como de animal, pisaban con ahínco la arena, los tambores volvían a sonar, abrían sus ojos, estaban cansados, exhaustos. Ninguno olía a café o licor. No habían marcas. Sus voces eran ahora normales. El ritual había terminado.
He aquí el asombroso caso de hombres con ciencias ocultas.
Por María Pilar Camacho / Fuente: http://www.diariorepublica.com/reportajes/historia-de-un-impactante-ritual-a-mara-lionza
Los poderes de la reina Maria Lionza son invocados constantemente desde la montaña de Sorte o desde cualquier lugar del planeta. Son miles las personas que pertenecen a la religión marialioncera, quienes de la mano de la reina venezolana y sus cortes espirituales, se dedican a brindar ayuda a todo aquel que lo necesite. La diosa de Sorte, continua bendiciendo con sus favores a sus seguidores en cualquier lugar del mundo.
Cristina
