
Festivales romanos de la muerte
Desde los tiempos del antiguo imperio romano, se rinde culto a los muertos.
Para los romanos más que una costumbre, era una responsabilidad ineludible realizar estos festivales, ya que la protección de sus familias y la suya propia dependían de dichas celebraciones.
Espíritus y dioses romanos
Manes
Estas deidades eran considerados en todas las ceremonias de entierro. Las lápidas solían contener la frase "DIS MANIBUS" que significa "A los dioses Manes".
Lares
De acuerdo a la mitología romana, los lares eran los espíritus de sus antepasados que se encargaban de proteger el hogar. Estos espíritus formaban parte del grupo de los "Manes", que eran dioses de la familia.
Los lares eran hijos de una de las náyades llamada Lara, y del dios Mercurio.
Larvae o lemures
Para los antiguos romanos estos eran los espíritus de las personas que habían vivido una vida llena de desdichas, y que vagaban atormentando a los vivos. Los lemures eran representados por esqueletos, y deambulaban por las casas, los viñedos y los pozos causando estragos entre humaos y animales. Se les consideraba la versión perversa de los lares.
Según la creencia de la antigua Roma, los lemures estaban relacionados con Remo. Creen que estos se originaron cuando Remo apareció después de haber sido asesinado por su hermano Rómulo.
Los primates de Madagascar denominados lémures, fueron llamados de esa forma por el naturalista sueco Linneo debido a sus grandes ojos, a sus hábitos nocturnos y a los tremendos sonidos que emiten durante la noche.
Debido al diferente comportamiento de los espíritus, los romanos de la época antigua realizaban dos ceremonias distintas, una para honrar a sus antepasados y otra para evitar el temido regreso de los espíritus malos.
Ambas ceremonias, la Lemuralia y Parentalia se realizaban para los muertos, pero la primera tenían como objetivo exorcizar a los espíritus que angustiaban a los vivos, y la segunda honraba a los familiares muertos.
Lemuralia
Esta ceremonia se efectuaba cada 9, 11 y 13 de mayo, los días en que los lemures erraban en la tierra de los vivos. Este evento también se conocía como el Festival de Lempira, y se celebraba en público con una gran fiesta y en el seno de cada familia con una serie de ritos privados.
El "Patres familiarum" o miembro principal de cada familia, era el responsable de realizar el exorcismo de los lemures en su hogar. Por lo que debía levantarse a media noche e iniciar el ritual haciendo una señal de protección, la cual consistía en cerrar el puño y colocar el pulgar de tal forma que sobresaliera entre el resto de los dedos. Seguidamente debía lavarse las manos con agua, coger nueve habas negras y mientras caminaba descalzo arrojarlas sobre su espalda sin volver la mirada atrás. Al arrojar cada haba, debía pronunciar "Yo arrojo estas habas, con ellas me salvo yo y los míos". Todo el ritual era realizado delante de la famila.
Se creía que las habas eran recolectadas por los espíritus, quienes se marchaban si quedaban satisfechos. La creencia decía que la principal razón para que los lemures aparecieran, era que deseaban probar de nuevo los alimentos que degustaron en vida.
Los días de la Lemuralia se consideraban nefastos, es por ello que los templos se mantenían cerrados, no se realizaban matrimonios ni ningún otro rito. Un refrán popular decía: “Solo la mujer mala se casa en el mes de mayo”.
Durante los días de la Lemuralia, las vestales (sacerdotisas consagradas a la diosa del hogar "Vesta") elaboraban una salsa sagrada, y un pastel de harina con las primeras espigas de trigo de la temporada y un poco de sal. Esto era parte de las ofrendas de la celebración pública.
Parentalia
También conocida como "Fiestas Parentales", esta celebración se llevaba a cabo del 13 al 21 de febrero. Durante estas festividades se honraban a los familiares muertos "parentes".
El primer día de la festividad, una virgen Vestal iniciaba los ritos públicos en la Tumba de la Vestal Tarpeia. El resto de la celebración era básicamente familiar.
Para la Parentalia se reunían tanto los parientes como los amigos de los muertos, quienes visitaban las sepulturas y realizaban sacrificios sobre ellas. Así mismo, hacían ofrendas de harina, leche, vino y miel, y celebraban festines.
Durante las festividades también se utilizaban el incienso y las flores para rendir culto a los Lares. Todo esto se realizaba para fortalecer las responsabilidades y los lazos protectores entre los vivos y los muertos.
Durante la Paternalia estaban prohibidas las bodas y todos los templos permanecían cerrados. Los magistrados no portaban sus insignias ya que no podían realizar ninguna actividad oficial.
Se creía que durante el último día de la Parentalia, el alma de los muertos andaba libremente en el terreno de los vivos. Ese día se rendía culto a los Manes y era conocido como "Feralia". Ese último día se realizaba un sacrificio en honor a la diosa silenciosa o señora de la muerte, Tácita.
Las ceremonias de respeto y ofrendas para los muertos, han estado presente desde épocas antiguas y una muestra de esto lo representan los festivales romanos de la muerte. Actualmente una de las ceremonias para muertos más conocidas y seguidas, es el día de los muertos en México.
Cristina
