
¿Existe nuestra alma gemela? El amor verdadero según diferentes culturas


Muchos se ha dicho sobre la existencia de otra mitad que nos complementa y que constituye el amor de nuestra vida. Varios teóricos, sociólogos y psicólogos han intentado dar una explicación objetiva a esta incesante búsqueda humana, ya que incluso de forma inconsciente todos esperamos encontrar a nuestra alma gemela.
Pero… ¿realmente existe alguien que nos complementa en cuerpo y alma y que ha nacido para estar con nosotros? Según la mitología de varias culturas, sí.
Una de las explicaciones más populares que han podido relatarse es el origen del amor según los griegos, una hipótesis antigua que fue expuesta por Aristófanes en El Banquete de Platón, y que sin quererlo, ofrece una explicación bastante aceptable de esa necesidad de búsqueda que nos caracteriza y la plenitud que sentimos cuando estamos enamorados.
El nacimiento del amor según los griegos
En un banquete donde se reunieron varios filósofos renombrados, entre ellos Sócrates y Platón, se dispusieron a debatir el origen del amor según la concepción de cada cual. Aristófanes ofreció la que ha sido hasta hoy la leyenda más reconocida: la separación de las almas y la búsqueda de la otra mitad.
Otro rasgo importante de estos antiguos humanos era la existencia de tres géneros: hombre-hombre quienes eran hijos del sol, mujer-mujer, herederas de la luna y un tercer sexo que era la combinación de los dos anteriores, es decir, mujer-hombre y ambos eran nacidos del sol y de la luna.
Esta versión de los humanos era mucho más íntegra y eficiente, mientras uno reflexionaba acerca del mundo, el otro exploraba la realidad que lo rodeaba. Ambos compartían gustos similares y se sentían tan completos que todavía no conocían la soledad, la tristeza o el desamor.
Sin embargo, así como poseían el doble de virtudes y talentos, también eran más erráticos y orgullosos. Sabían que conformaban una creación muy valiosa, por tanto llegaron a sentirse poderosos y perfectos y planearon subir al Monte Olimpo para destronar a los dioses.
Cuando Zeus se enteró de esto, se enfureció y quiso darles un castigo. No quería desaparecerlos porque tenían algo especial que ningún otro ser poseía, sin embargo, tomó una decisión para eliminar el complot en su contra y quitarles aquello que los hacía felices. Así que envió sus rayos a la tierra y los separó en dos mitades, cortándolos verticalmente desde el cráneo hasta la pelvis.
Como los humanos nunca habían vistos sus facciones, con los ojos y los rostros llenos de sangre no pudieron reconocerse. Cuando quisieron tomarse de la mano para mantenerse unidos, Zeus envío un terrible huracán que los dispersó por toda la tierra.
Ahora estarían condenados a buscar a sus otras mitades incansablemente y experimentar emociones nunca antes conocidas que no sabían cómo manejar, como lo son la soledad, los celos y el vacío.
Según este mito la herida que Zeus dejó a lo largo de sus cuerpos la cosió en la entrepierna, convirtiéndolas en una “vergüenza” que más tarde, atraídos por la curiosidad y la nostalgia, nos dedicaríamos a descubrir a través del sexo.
Por tanto, se dice que cuando las personas hacen el amor están buscándose en un acto donde se manifiesta el íntimo deseo de restituirse nuevamente de forma plena, de hecho, algunos videntes y maestros han afirmado que al unirse los cuerpos durante el sexo, se rozan nuestras almas por lo que podrían reconocerse.
Otras concepciones sobre las almas gemelas: El hilo rojo del destino
Esta creencia de Asia Oriental aparece registrada en la mitología china y la mitología japonesa por igual. En ella se expone la idea de que las personas están unidas al dedo meñique por un hilo rojo invisible según la cultura japonesa; para la cultura china el hilo se encuentra atado al tobillo, y sin importar el tiempo, el espacio o las circunstancias están destinadas a conocerse. El hilo se puede contraer o expandir pero nunca se puede romper.
Así pues, en algún punto de la historia, los amantes se reencuentran. Algunas personas consideran que el hilo rojo transciende incluso las líneas de la muerte, por tanto, si no se encuentra el alma gemela en este plano, puede que logren unirse en otra vida.
Anam Cara, el compañero del alma según los celtas
En los inicios de la humanidad los dioses crearon una única alma, pero no era suficiente para poblar la tierra. Así que después de que ya hubiera aprendido cómo desenvolverse, decidieron dividirla en dos, pero se dieron cuenta de que no era suficiente.
Por tanto, hicieron una segunda división y de esas dos almas, obtuvieron cuatro y de esas cuatro dieciséis y así sucesivamente hasta que vieron que la tierra estaba llena. A las dos almas que nacieron de una, se les conoce como Anam Cara o “compañeros del alma”.
Todas las culturas coinciden en la existencia de la otra mitad que nos perfecciona, sin embargo, antes de continuar con la búsqueda de esa persona que ha nacido para nosotros, es importante crecer espiritualmente y aprender a amarnos a nosotros mismos.
Si las leyendas son ciertas y nuestra alma gemela nos encuentra (o la encontramos), estaremos listos para esta experiencia. Si no sucede, nuestro crecimiento personal y espiritual nos permitirá complementarnos con otra alma, aprendiendo mutuamente el significado del verdadero amor.
Rose
